Hace algunos días, el alcalde de París, Bertrand Delanoë emitió una nota de protesta en contra de la construcción de ese conjunto ruso, definiéndolo de proyecto ambicioso y extravagante para la capital. La declaración del alcalde de París no podrá frenar la construcción del centro cultural ruso, subrayó con firmeza Víctor Jrekov, portavoz del Departamento del gabinete de la presidencia de Rusia.
—Precisamente la prefectura de París, y no el alcalde de la ciudad, es quien autoriza la construcción del centro. En lo que respecta a la alcaldía y al alcalde mismo, representantes de ese organismo integraron el jurado internacional que aprobó el proyecto del futuro centro. Ya en esa fase, el alcalde de París no ocultó su rechazo, sin embargo, la presente declaración no tiene importancia jurídica y, no es la alcaldía de la ciudad la que decide la construcción o no de ese centro cultural-religioso ruso.
Vale recordar que a fines de 2010, Rusia ganó la licitación para la compra y construcción de obras en un terreno situado en pleno centro de París, incluido en la lista de Patrimonio cultural mundial de la UNESCO. Casi de inmediato fue convocado también un concurso internacional para un proyecto arquitectónico del centro cultural y religioso de Rusia, que incluyese un templo de cinco cúpulas, un campanario, edificios administrativos y de estudios. De una decena de propuestas se impuso, casi por unanimidad, el proyecto franco-ruso del templo-olas, consistente en un templo de piedra blanca, cubierto por un velo de cristal. No obstante que los representantes de la municipalidad de la ciudad estuvieron siguiendo atentamente las secuencias del concurso, hasta hace un año, ninguno de ellos, ni el alcalde mismo habían manifestado tan franco malestar a las particularidades arquitectónicas del proyecto. La presente declaración de Delanoë no entraña una lucha por la belleza estética de París, sino que es la expresión, en buena medida velada, de sus ideas políticas, considera un habitante de la capital gala, Nikita Krivoshein, un participante activo dentro d la emigración rusa. En Francia se celebran las presidenciales dentro de poco y, son grandes las posibilidades de que los socialistas lleguen de nuevo al poder. Además, no pueden perdonar hasta ahora a Rusia que, su ideal utópico de sociedad de la igualdad general fuera encarnado en la URSS, en una forma bastante deforme. De ahí que, a juicio de Nikita Krivoshein, se observa naturalmente un cierto elemento de hostilidad hacia Rusia, y mas aún a la tradicional, ortodoxa.
Otra razón mas del rechazo bruscamente inesperado al centro ruso en construcción puede ser un resquemor personal recóndito de Monsieur Delanoë. El obispo Nestor, de Corsun, representante del Patriarcado de Moscú en Francia afirma que no se trata en absoluto del carácter ambicioso o rebuscado del proyecto:
—Esta es la postura personal del alcalde de París. Tanto ahora, como antes, el alcalde ha subrayado más de una vez que, no se opone a la idea de la construcción de un templo ortodoxo ruso en ese lugar. A mi juicio, la protesta contra el proyecto arquitectónico se explica por el hecho que, en el concurso participó el proyecto de un arquitecto francés conocido, por el que pugnaba, personalmente, el alcalde de París. Y en la alcaldía de la ciudad quedaron muy desilusionados de que no triunfara el proyecto que ellos respaldaron.
Por lo demás, hay que reconocer que este proyecto está bastante lejos de su expresión inicial. Los arquitectos rusos, cuya concepción fue confirmada y se impuso en el concurso, se han visto marginados del todo del trabajo. “Nuestro socio francés, el galo Maniel Yanowski, se negó lisa y llanamente a colaborar con nosotros”, explicaba Mijaíl Krylov, uno de los autores rusos del templo-ola:
—En el curso del año, en el proyecto se desplegó un cierto trabajo al que no tuvimos acceso. Por canales propios pudimos obtener los nuevos bosquejos del templo y nos amargamos sobremanera, porque eran mucho peor de lo que, incluso, podíamos esperar. Fueron alteradas las proporciones, el recubrimiento. Finalmente resultó un proyecto muy distinto. En tal expresión no puede ser, categóricamente, construido, mientras que el proyecto que nosotros presentamos al concurso era del todo viable y mejor del que existe ahora.
El especialista en arquitectura rusa antigua propone, para frenar el escándalo que cobra fuerza, convocar un nuevo concurso, para el que sean invitados el mayor número de arquitectos de distintos países del mundo, incluido Rusia. Y ello porque, el futuro centro, aparte del cumplimiento de su misión cultural, educativa, debe ser, en esencia, la catedral de la Iglesia Ortodoxa de Rusia en París. Y sería sumamente extraño que termine siendo una construcción estrafalaria, de formas arquitectónicas chapuceras y no tradicionales.
La Voz de Rusia