Los Archivos Secretos vaticanos, al descubierto
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Titulada «Lux in Arcana», la exposición quiere subrayar la luz que se filtra en los recovecos del archivo. El objetivo es contar en qué consiste y cómo funciona el Archivo Vaticano, a los 400 años de su fundación. La elección de los Museos Capitolinos, fundados en 1471 cuando el Papa Sixto IV regaló al pueblo romano estatuas de bronce de gran valor simbólico, se ha hecho para recordar la relación entre Roma y el Papado, desde la época medieval.

Entre los documentos que más emocionan está el texto de la abjuración que se le hizo firmar a Galileo el 22 de junio de 1663. El más espectacular es el llamado Pergamino de Chinon, de 60 metros, de 1308, sobre las confesiones de los Templarios. En realidad, todos despiertan interés y curiosidad, porque se ha hecho una selección que pueda seducir a un vasto público.

El Archivo Secreto del Vaticano (secretum en latín significa «privado», propiedad del Papa) recoge todos los documentos de la Iglesia desde el siglo VIII hasta la actualidad. Con sus 85 kilómetros de estanterías, es uno de los centros de investigación histórica más importante del mundo. En 1810, cuando Napoleón dominaba en Roma, ordenó confiscar esos documentos y los transportó a París, llenando 3.239 estantes de cartas y pergaminos. Volvieron a Roma en 1815, pero diezmados, porque para reducir los costes del transporte acabó en la basura casi toda la documentación judicial considerada de menor interés o dañina para los herederos de los imputados. De todas formas, se destruyeron documentos importantes, como las actas del proceso a Giordano Bruno, del que solo hay un resumen en el Santo Oficio.

El Archivo Secreto Vaticano abrió sus puertas a los investigadores en 1881. Para estudiar sus cartas y algunos de sus documentos nacieron en Roma institutos culturales extranjeros. Desde entonces, el Papa concede acceso a los documentos con límites de tiempo, establecidos no por años, sino por pontificado. Los investigadores pueden hoy consultar documentos hasta la muerte de Pío XI (1939). El pontificado de Pío XII se mantiene todavía en secreto, bajo llave en un búnker subterráneo para garantizar una mejor conservación.

Unas 1.200 personas, de todas las nacionalidades y religiones, consultan cada año este archivo, el más grande del mundo y extenso cronológicamente. Los amantes de documentos sugestivos, verdaderos tesoros nunca vistos en público, tienen una cita con la historia en los Museos Capitolinos.


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